Solidaridad se ha adherido a otros cinco sindicatos europeos, todos ellos unidos por el patriotismo, para firmar un manifiesto en favor de los trabajadores de Europa. En concreto, el escrito se centra en ocho puntos que denuncian la situación de los trabajadores en el Viejo Continente.

Durante la firma del manifiesto en el Parlamento Europeo, el secretario general de Solidaridad, Rodrigo Alonso, ha denunciado el abandono, por parte de la Unión Europea, de sus principios fundacionales, lo que se demuestra en que “han optado por terceros países como preferentes en, por ejemplo, la agricultura”.

Es decir, los “socios preferentes de la Unión Europea ahora no están dentro de la Unión, sino en Marruecos o Sudáfrica”. Además, “¿cómo van a competir nuestros agricultores, ganaderos o pescadores frente a terceros países que producen con mano de obra esclava?”, ha preguntado el secretario general de Solidaridad.

Y es que son precisamente esas élites las que “no nos permiten ser quienes somos, nos dice qué pensar y cómo actuar”.
Así, los sindicatos patriotas europeos denuncian las amenazas a las que se enfrentan, que “ponen en riesgo el bienestar de las familias, la supervivencia de las clases medias y la posibilidad de progreso material de los sectores populares”. Ello se debe, denuncian, a que “los burócratas y políticos que pilotan el rumbo de la Unión Europea dejaron de pensar en el bien común y en el futuro de los trabajadores europeos” para “abrazar los intereses de unos pocos”.

No olvida el manifiesto la búsqueda de la imposición de “un Agenda 2030 que sólo trae pobreza, destrucción de empleo, pérdida de tejido social e incertidumbre”. Por eso, han decidido “plantar cara a la amenaza globalista” para “defender los intereses de nuestras naciones, de nuestros sectores productivos y de nuestros trabajadores”.
Así, los seis sindicatos patriotas europeos reivindican la defensa de los derechos de los trabajadores de Europa porque “tenemos derecho a una vida digna, con un salario, una estabilidad y unas condiciones laborales que nos permitan acceder a una vivienda, formar una familia o disfrutar de un retiro digno”.

Por el contrario, rechazan:

LA COMPETENCIA DESLEAL de productos extranjeros que no cumplen con unos mínimos requisitos laborales, sanitarios o de calidad. Permitir producir fuera en condiciones ventajosas y vender en Europa a bajo precio conduce a la desaparición de nuestro sector primario y a la despoblación de áreas rurales y comarcas enteras.
El REETIQUETADO ILEGAL de productos procedentes de terceros países y que suponen un grave riesgo para nuestros productores y consumidores.
LA DESLOCALIZACIÓN de fábricas y empresas a terceros países, a los que se llevan la producción, los recursos y los puestos de trabajo ante el aplauso unánime de las oligarquías europeas. La desindustrialización significa el fin de las oportunidades para sectores productivos enteros como el del metal, el naval, el automovilístico o la minería.
LA INMIGRACIÓN ILEGAL, que está siendo utilizada por las élites globalistas como herramienta para abaratar salarios y devaluar las condiciones laborales en toda Europa. Los trabajadores comunitarios y los procedentes de aquellos países con los que nos unen vínculos históricos o culturales deben tener prioridad en el acceso a empleos o ayudas sociales.
AL FANATISMO CLIMÁTICO: No podemos permitir que nuestros trabajos y costumbres estén condicionados por las exigencias de lobbies. Los mismos que ayer decidieron nuestra dependencia energética y hoy quieren prohibir los motores de combustión callan ante los altos niveles de contaminación de China o India.
A LOS SINDICATOS VENDIDOS AL PODER. Los viejos sindicatos socialistas y comunistas son hoy los mayordomos de poderosos y multimillonarios.
A LA LUCHA DE CLASES que siguen defendiendo estos sindicatos y que queremos superar fomentando la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas en toda Europa.

Durante la firma del manifiesto en el Parlamento Europeo, el secretario general de Solidaridad, Rodrigo Alonso, ha denunciado el abandono, por parte de la Unión Europea, de sus principios fundacionales, lo que se demuestra en que “han optado por terceros países como preferentes en, por ejemplo, la agricultura”.

Es decir, los “socios preferentes de la Unión Europea ahora no están dentro de la Unión, sino en Marruecos o Sudáfrica”. Además, “¿cómo van a competir nuestros agricultores, ganaderos o pescadores frente a terceros países que producen con mano de obra esclava?”, ha preguntado el secretario general de Solidaridad.

Y es que son precisamente esas élites las que “no nos permiten ser quienes somos, nos dice qué pensar y cómo actuar”.